Siempre me han molestado las cadenas. Las encuentro poco útiles y generalmente lo único que consiguen es llenar el correo y hacernos perder el tiempo. Sin embargo, hay ocasiones en que me han llegado algunos power point que me ha tocado el corazón.
Generalmente las cadenas me las manda mi madre y, obviamente, a ella no le voy a decir que no me escriba más. Además, ella no me envía cualquier cadena, sólo aquellas que dejan un mensaje que considera importante transmitirnos a sus hijos y su marido.
Hace un tiempo atrás me llamó para decirme que me acababa de mandar una cadena preciosa. "Te va a encantar, porque es bien bonita". Abrí mi correo y me encontré con una breve historia de amor entre dos jóvenes tímidos. El escenario era una tienda de videos.
Mi madre no se equivocó cuando me la recomendó, porque fue de esas historias que uno nunca olvida.
Tiempo después, mi amiga Ximena me envió vía msn el link a una página de youtube. "Es una historia super linda que tienes que ver", me dijo. El título del video era El sueño del caracol.
Cuando terminé de verla, me di cuenta que era una versión del mail que mi madre me había enviado, la única diferencia era que esta vez el lugar donde se desarrollaba era una librería.
La historia me hizo pensar en todas aquellas ocasiones en las que por temor a hacer el ridículo o a ser rechazados, no decimos o hacemos lo que sentimos. Lo que de por si ya es ridículo.
Durante la enseñanza básica tuve un profesor de historia que quizás no me enseñó mucha historia en sí, pero si me dio muchas de las herramientas necesarias para que alguien con mi personalidad, se crea el cuento y confíe en sí mismo. Una de las frases que siempre decía en sus clases era "
No hay preguntas tontas, hay tontos que no preguntan". Me convenció tanto de que realmente era tonto no hacer las cosas, por temor a quedar como tonto, que a partir de la primera clase en que lo dijo, cada vez que tenía alguna duda, la planteaba y si alguien se reía, lo miraba por sobre el hombro y ponía atención a lo que el profesor me respondia.
A veces, es mejor caerse y saber que se intentó, a quedar con la duda de qué hubiese ocurrido si se habría dicho o hecho lo que se sentía.
Aquí dejo el link para que vean el corto. Les aseguro que no se arrepentirán...