Las brujas son transversales a casi todas las culturas conocidas. Por su puesto la nuestra, llámese "cristiana occidental", ha sido una de las que más las ha combatido, puesto que dichos personajes recibirían su sobrenatural poder desde el mismísimo belcebú (nuestro enemigo íntimo). Pero más allá de que el mito de la brujería, sus conjuros, aquelarres, abracadabras, vuelos en escoba, invocaciones al demonio, es muy cierto que el concepto mismo le brindó excelentes dividendos a los guardianes de la fe católica desde hace siglos. En nombre de dios, o Dios, como ud. desee, han freído a una cantidad bastante abultada de mujeres, como para brindar un banquete eterno a las almas del pulgatorio. Lo más "anecdótico" de todo esto, es la soltura de cuerpo de nuestro clero a la hora de juzgar como brujitas a lo largo de la historia, a cuanta hembra parecía sospechosa, y el ingenio realmente divino para utilizar el concepto de acuerdo a sus intereses sagrados.
En nombre del altísimo, han hervido varias famosillas, como la ahora santa de la iglesia católica (ud. agréguele las mayúsculas), Juana de Arco, y la segunda descabezada esposa de Enrique VIII, Ana Bolena. La primera ya había liberado a Francia de las manos de Inglaterra y a nadie le convenía que siguiera dando vueltas por ahí, y la segunda no pudo parirle un hijo barón al rey, por lo cual fue condenada so pretexto de oficiar las oscuras artes de la brujería.
Después tenemos a mis brujas de Salem, un grupo de chicas y algunos varones, de la comunidad así llamada, que sufrían de una extraña histeria colectiva, lo cual las convertía blanco demasiado fácil para los inquisidores. Al contrario de lo que se cree, ellos no llegaron a ser quemados, porque tras un largo proceso que sospechaba de más de 400 personas, lograron algo así como un perdonazo.
Sor Teresa de Ávila, la primera doctora de la iglesia católica, también estuvo a punto de arder hasta la inconciencia, debido a esas extrañas alusinaciones que sufría (ahora conocidas como "éxtasis religioso"), supuestamente producto de su obsesión por leer libros de filosofía, lo cual no era afición permitida a las mujeres.
Y cómo olvidar a nuestra Quintrala, la mujer chilena que cargó demasiados asesinatos sobre su hombro, puede ser que solamente superada por Pinochet. Ciertamente la literatura habla de su relación con el oscuro más allá, debido a la influencia temprana de una de sus nanas. Y cómo olvidar que debe ser hasta el día de hoy uno de los personajes más invocados a la hora de querer establecer conexión con los espíritus. Tal vez, sólo quiera que le demos algo de paz.
Ahora, digámoslo claramente, como que este asunto de la brujería se ha chacreado. Ya no es lo mismo ser bruja hoy que haberlo sido hace algunos años y/o siglos atrás. Las doñas y dones que ofrecen "trabajar" a las personas, abundan, y la verdad es que ya ni siquiera tenemos inquisición como para que finalmente sepamos quién es una brujita o brujito de veritas.