No me malinerpreten, a mí me gusta el fútbol. Aunque reconozco que toda la vida los hombres me han hecho sentir una especie de ciudadano de segunda categoría cuando de peloteos se trata. Es que en este país, ellos son los dueños del qué hacer deportivo en general; por eso nos reímos silecionsamente (o no tanto), cuando los vemos cabisbajos frente a la pantalla si el equipo de sus amores ha perdido. Y qué decir de la selección chilena, que como ha ocurrido la noche del miércoles, ha caído desde el olimpo mismo a el que había sido elevada tras su empate en Uruguay. Porque eso tenemos los nacidos en esta tierra, como estamos acostumbrados a perder en todos los deportes (y en la vida en general, compitiendo con los otros), este tipo de triunfos nos devuelve el misticismo al cuerpo: "este equipo sí que va a llegar lejos"; y caminamos más felices y satisfechos por las calles.
No me malinterprenten, a mí me gusta el fútbol. ¿Qué pasaría si las mujeres pudiéramos dirigir un equipo o a la mismísima selcción?. Sonrío de sólo pensarlo. Finalmente, todos los hombres de Chile estarían de acuerdo en que la culpable de las pésimas camapañas es la DT, ¿cierto?
¿Y es que podría ser tan difícil para una hembra jugar a las estrategias en un tablero de plumavit?. No lo creo. ¿Será tan difícil para una mujer revisar videos y más video durante horas, para conocer a los rivales de turno?. No lo creo. ¿No podrá acaso una de nosotras, intercalar la palabra "huevos" cada dos frases en las charlas motivacionales con los jugadores?. No lo creo. ¿Y saben por qué?, porque simplemente todavía ningún hombre ha encontrado una receta ganadora infalible. Y si me equivocase en este momento, no podría errar al decir que en Chile, menos. Los resultados de toda una historia hablan por sí solos.
¿Y de qué más trata el fútbol?. ¡Ah, sí!, de los comentarios súper complejos que ya tenemos grabados en el disco duro, esos que no dejan de repetir entrenadores y futbolistas, secundados por los reporteros deportivos. No me malinterpreten, yo tengo amigos Periodistas amantes del deporte rey. Lo que no comparto con ellos, es que tengan que vivir el tormento de pasar cinco años por la universidad, no importa cual sea, para salir hablando de la misma manera en que lo hacen personas que apenas saben deletrear su nombre; con el respeto que me merecen los analfabetos. No me malinterpreten, no estoy en contra de que se realice Periodismo deportivo, es sólo que me parecería más justo que existiera una academia especial para ellos, que no los haga sufrir intentando meter en sus cabezas conocimientos que no desean ni necesitan, ni ocupen el espacio en las aulas que podría estar ocupando el próximo Premio Nacional de Periodismo, Pulitzer, Nóbel de Literatura o la mente que inventará una manera de protestar frente al sistema que nos tiene confinados a ser profesionales de segunda categoría, como las mujeres frente al fútbol.
No me malinterpreten, a mí me gusta el fútbol. Pero me gustaría que toda esta historia que envuelve a un grupo de hombres corriendo tras un balón, no intentara ser elevada a un estatus que deberían poseer otros aspectos de la vida, como la amistad o el amor. Porque por un partido a veces somos capaces de dejar cualquier cosa; no así por un amigo o por un hermano. Qué decir de als relaciones amorosas que acaban debido a la tragedia del fútbol.
No me malinterpreten, a mí me gusta el fútbol, pero no pienso que sea necesario. Menos que se los jugadores sean personas a las que se les atribuya un mayor valor humano, sólo porque en los papeles poseen un mayor valor en signo pesos. Hablando de pesos, soy de quienes creen que lo que ganan es una vergüenza, una bofetada para los que aparecen hablando de las desigualdades de Chile, y en el fondo de sus almas idolatran a un hombre que se lleva a su cuenta bancaria, el sueldo de un pueblo minero completo.
Creo que malinterpretamos al fútbol, como en otros países al béisbol, al fútbol americano, al basketball. Tal vez deberíamos volver a la esencia del juego y no intentar complejizar las carrerillas de once tipos tras una pelota con el afán de meterla en un arco. Menos esperar maravillas de un hombre que a la cabeza del equipo, lo más probable es que no marque ninguna diferencia. Porque las personas somos distintas, por lo tanto Bielsa en Chile, por supuesto que no será el mismo Bielsa que fue en Argentina. Y no es que allá haya más talento, sólo hay más gente y más recursos para enseñar a los niños a jugar. Aunque eso de que existan más recursos, no tiene nada que ver con las millonadas mensuales que ganan estos sátrapas, es más, se contradice.
Hace rato se nos perdió la brújula. En el fondo, sólo nos gusta el fútbol, porque necesitamos ganar en algo Y desde ese punto de vista, las mujeres tenemos el mismo derecho de participar de todos sus aspectos: desde el sillón frente a la tele, hasta la dirigencia de la ANFP. Así que, hombre chilenos, por favor, no sean tan ridículos. Es imposible que intenten adueñarse de un castillo en el aire. Lo peor de todo, es que las mujeres, recién nos estamos dando cuenta.